“Es difícil acompañar a alguien que está pasando un mal momento: la persona se encuentra vulnerable, tiene miedo, necesita protección y seguridad, resulta esencial que puedan sentirse escuchadas y comprendidas, no necesitan consejos” -nos explica Leticia.
Sin embargo, a menudo, buscamos soluciones fáciles, utilizamos las típicas frases y expresiones que, en lugar de aliviar o acompañar, hacen daño al doliente. Nos cuenta saber cómo actuar, es lógico. Si bien las pautas de acompañamiento han de ser lo más personalizadas posible, estos consejos nos ayudarán, al menos a tener una idea general de cómo acompañar en el dolor:
1. Escucha y valida sus emociones. No juzgues ni minimices su dolor, empatiza, pídele que te cuente qué pasó o cómo se siente, respeta su silencio si no quiere hacerlo en ese momento.
2. Haz contacto visual. Es un elemento esencial en la comunicación, muestra de compromiso y escucha, estás presente, ves y acompañas su sufrimiento. Si evitas el contacto visual, puedes hacer que se sienta ignorado, piense que no quieres estar a su lado, que quieres escapar.
3. Usa un tono de voz calmado. No grites, no eleves la voz, aunque sea complicado en algunas ocasiones, habla bajo o incluso en susurros.
4. Evita dar consejos sobre la vida. Aunque tu intención sea buena, positiva, las sugerencias de este tipo, que animan a reflexionar o invitan a salir y realizar actividades, son totalmente eficaces, a veces, contraproducentes y generan malestar en la persona.
5. Refuerza sus puntos fuertes. El doliente tiene baja su autoestima, se infravalora, rechaza sus propios avances, destaca sus deficiencias o carencias y obvia su potencial y sus éxitos. Enfatizar sus habilidades, capacidades o hitos es crucial.
6. Respeta su silencio. No le obligues ni fuerces a hablar de lo que siente o a que sea sociable, son acciones que no están bajo su control e insistir en ello puede crear aún más tensión y sentimientos de incomprensión.
7. No pidas explicaciones. Entendemos que quieres saber y comprender qué sucede para poder ayudarle, pero no le presiones ni le exijas explicaciones racionales cuando la persona no se encuentra en una situación racional, es absurdo y motivará que se sienta frustrada e irritada.
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Y recuerda que acompañar y ayudar a quien sufre puede ser gratificante, pero a la vez, también puede sobrecargarnos. En ese caso, en lugar de ayudar, puedes terminar haciendo daño.
Por eso, procura ser consciente de tu propio estado emocional cuando tratas con alguien que necesita ayuda y retírate cuando sea necesario, ya que el contagio emocional, es inevitable.
Si tienes alguna pregunta sobre este tema o cualquier otro relacionado, no dudes en contactar con la Lic. Leticia I. Moroso.
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