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Mostrando entradas de 2023

Un soplo de aire fresco.

Por cosas de la vida (más bien de la profesión), hace años (diría siglos), tuve la temeridad de ir a Elche en bus, por un temita penal.  Libro en mano, preparada para digerir ocho horas de trayecto, la realidad me sorprendió con ruidos extraños y humo blanco. La máquina se quedó encajada en el arcén, mientras atravesaba una montaña cualquiera.  Sapos y culebras salían de la boca de los pasajeros:  -      -  “¡M…! Y ahora… a esperar a que venga el de reserva desde Granada… veremos cuánto tarda… “ - decía alguien desde los primeros asientos. -       -  “¡No me lo puedo creer, no me lo puedo creer! Joder, para una vez que pillo el directo, que es más caro pero tarda menos, va y se rompe… “ -gritaba otro desde el fondo. -      -   “¡Me c… en la leche! Esto es gafe… el tercero, el tercero en dos meses… ¡autobús en el que viajo, autobús que se rompe !” -se lamentaba otra. En poco más de una hora se hizo de noche y bajó la temperatura. Juraría por mi gata que lo que se oía a lo lejo

"¡El que quiera quitarme la casa que me quite primero la escopeta!".

Durante la carrera, el Derecho Registral ya era de mis favoritos.  Ciertamente, la idea de “ coordinar realidad registral y extraregistral ”, así tal cual, costaba un poquito entenderla (o explicarla, no sabría decir).   Pero tuve suerte. Al poco de empezar a ejercer, un “ macro asunto ” me hizo comprender, de golpe y porrazo, qué significaba esa coordinación o, más bien, descoordinación: que la certificación catastral descriptiva y gráfica de una propiedad coincidiera total y absolutamente con la realidad y, a la vez, con la información obrante en el correspondiente registro de la propiedad es, con frecuencia, una utopía, magia, casi brujería. Y es que las discrepancias en los distintos niveles (realidad, registro, catastro ) suelen pasar desapercibidas durante años. Un día  el inmueble se mueve jurídicamente y las piezas no encajan.   Y entonces vienen las risas.  Una de mis clientas, Trinidad, estuvo mucho tiempo riéndose cuando, tras el fallecimiento de su esposo (2004), se p

La rosa tenía nombre.

En la película no atiné a escuchar ningún nombre para ella, creo que Adso tampoco.  Es lo que pasaba (y pasa) siendo mujer y pobre.   Pero la rosa tenía nombre, como todas esas personas, menores o no, que aparecen en algunas imágenes, fotografías y vídeos de asociaciones y fundaciones. Esas personas siempre tienen nombre, aunque (muchas veces) nadie nos lo diga. Podemos considerarlo dejadez e ignorancia (no sólo del nombre, sino de la Ley), también falta de respeto.  Esas personas, por muy complicada que sea la situación en que se encuentren, no son objetos . Y tienen nombre.  Esas personas, por muy sonrientes y optimistas que aparezcan ante las dificultades, están librando una lucha. Y tienen nombre. Esas personas, por muy salvadores que nos sintamos, no necesitan nuestra caridad sino nuestra solidaridad. Y tienen nombre. Esas personas no están ahí para que las fotografiemos y las utilicemos como un maniquí en un escaparate . Y tienen nombre. Ya sea inmensa, mediana o diminuta nue

El viaje del donante: "si lo sé no vengo".

Francisca dejó España hace décadas , marchó a Alemania y, después de un difícil periodo de adaptación, consiguió salir adelante y ahorrar algo de dinero. Allá por el 2010, no sé cómo ni por dónde, llegó a mi despacho y la acompañé en el proceso de compra de una pequeña casita en el campo , en el interior de esa Málaga que tanto añoraba.  El año pasado sonó el teléfono y ella estaba al otro lado: - "Patricia, ¿sabes quién soy?" -me preguntó. Francisca tiene un acento mitad malagueño mitad alemán,  la distinguiría entre mil voces. - "¡Cuánto tiempo sin saber de Vd.! ¿Cómo va todo, Francisca?". - "¡Pero bueno, si me ha reconocido!" - me respondió, visiblemente emocionada. - "¡Claro que sí! ¡Qué bien que guardara mi número!"  - " Por supuesto, en un papelito lo apunté y lo metí en la mesilla del salón. Cuando algo ha ido bien, hay que volver a ello". - "Estupendo, Francisca, de verdad que sí. Cuénteme, ¿en qué puedo ayudarla?".

Carmen, Iber y Anuk.

Este post tan especial es parte de mi voluntariado en la Asociación Alhelí, de ayuda para la prevención del duelo patológico.  Se trata del testimonio de Carmen , una de sus dolientes, que compartió conmigo un trocito de su vida y de su paso por la asociación.  Iber, hijo único de Carmen, murió el 2 de marzo de 2020, 5 días antes de cumplir 28 años. Anuk , su hermano canino , murió tres meses más tarde.  Su nombre, “Iber”, es un fragmento de la palabra “libertad” que sus padres tomaron prestado cuando nació. Iber dibujaba, soñaba y diseñaba magistralmente: era todo arte, creatividad, ingenio, luz, empatía, corazón, sensibilidad, conciencia.  Fuente foto: https://asociacionalheli.org/ Carmen sabe que Iber presentía la pandemia, el confinamiento, la limitación de nuestra libertad. En sus sueños, él le ha explicado por qué se marchó tan pronto: “Mamá, tengo que estar aquí, llega mucha gente de golpe” . Iber los acoge, entre ellos, a su dulce peludo, Anuk; no consintió que se fuera ant

La leyenda de la casa creciente.

Dicen los más viejos del lugar que si el acta de replanteo y el fin de obra se firman en luna creciente , el inmueble resultante tendrá unos metrillos cuadrados más de los previstos en el proyecto de ejecución para el que se concedió la licencia de obras.  José María Cano estuvo a punto de hacer una canción inspirada en esta leyenda, pero después de pasar por algún ayuntamiento y dejarse los ojos en los papeles , desistió y escribió "Ay, qué pesado ".  No me extraña.    ¿Conocías esta leyenda?   Yo supe de ella gracias a una de mis primeras clientas británicas , Glyn.  Un buen día me llamó para decirme que el promotor le exigía noventa mil euros más de lo pactado por la vivienda porque ya no tenía 160 m2 (según señalaba el contrato privado) sino 190 m2 (según afirmaba el susodicho) .  El susodicho era un profesional de la promoción inmobiliaria tremendamente creativo e innovador , todo hay que decirlo. En algún momento de su recorrido artístico , respecto de otros cl

"No lo ha visto pero lo escuchó todo".

Esta frase es  un clásico de los accidentes de tráfico.   Se ha producido un atropello en el centro de Madrid. Parece que alguien no ha respetado un ceda al paso (¡qué raro! ), ha colisionado con otro alguien, haciendo que invadiera la acera y golpeara a dos viandantes.     Acaban de dar la noticia en la televisión.  El presentador conecta en directo con la reportera. La reportera nos muestra la acera en la que quedan restos del suceso. La reportera se acerca a la puerta de un estanco ubicado en la calle del siniestro. La reportera le enchufa la alcachofa a una señora que espera en la puerta del estanco. La reportera dice: “No ha visto el atropello pero lo escuchó todo”. Pues eso, un clásico.   “Escuché un golpe muy fuerte y miré”. Otro clásico.   O sea, que no ha visto nada. No conoce la dinámica del accidente. No la propongas como testigo. Cuando el juez oiga esta frase, se va a acordar de tus ancestros, y con razón.   “Sí, lo vi todo, rec