Ir al contenido principal

"¡El que quiera quitarme la casa que me quite primero la escopeta!".

Durante la carrera, el Derecho Registral ya era de mis favoritos. 

Ciertamente, la idea de “coordinar realidad registral y extraregistral”, así tal cual, costaba un poquito entenderla (o explicarla, no sabría decir).
 
Pero tuve suerte. Al poco de empezar a ejercer, un “macro asunto” me hizo comprender, de golpe y porrazo, qué significaba esa coordinación o, más bien, descoordinación: que la certificación catastral descriptiva y gráfica de una propiedad coincidiera total y absolutamente con la realidad y, a la vez, con la información obrante en el correspondiente registro de la propiedad es, con frecuencia, una utopía, magia, casi brujería.


Y es que las discrepancias en los distintos niveles (realidad, registro, catastro) suelen pasar desapercibidas durante años. Un día el inmueble se mueve jurídicamente y las piezas no encajan. 

Y entonces vienen las risas. 


Una de mis clientas, Trinidad, estuvo mucho tiempo riéndose cuando, tras el fallecimiento de su esposo (2004), se percató de las gravísimas consecuencias que tenía el hecho de que la parcela en la que habían construido (literalmente, con sudor y lágrimas) su preciosa casita de dos plantas y 300 m2, no figuraba a su nombre en el registro de la propiedad (lógicamente, la casa tampoco). 

En la Dirección General del Catastro sí los conocían y, por ende, también en el Ayuntamiento, ¡qué suerte, el IBI tiene una carta para ti! Claro, la realidad y el catastro coincidir, lo que se dice coincidir, no del todo.

 

La risa llegó a su máximo al consultar el registro de la propiedad y comprobar que la finca matriz de la que se había segregado la propiedad de Trinidad y su fallecido marido carecía de superficie suficiente para que dicha segregación operara registralmente.

 

¿Y cuál es la razón de que lo que acabo de contar (y fenómenos similaressucediera con una frecuencia estupefaciente en determinadas zonas de Málaga? 

Pues muy sencillo: durante décadas, Trinidad, su señor esposo y no pocos más, una vez el Sr./Sra. Notario/a autorizaba la escritura de segregación y compraventa en la que comparecían como compradores (1983 en su caso), retiraban la primera copia autorizada de la notaría y, con inmenso cuidado, la guardaban durante diez o veinte años en un cajón. 

Lo de Blancanieves es una siesta comparado con este sueño fatal e irreversible, por la siesta en sí y por otras cuestiones (no nos olvidamos de ese vendedor y titular registral que segregó y vendió más metros de la cuenta...)


-      “Trinidad, cuénteme, ¿por qué razón no llevasteis la escritura al registro tras firmarla?” -lo de tampoco haber pagado los impuestos correspondientes, mejor se lo comento otro día-.

-    “Pues hija, no sé, Sebastián se encargaba de esas cosas y, la verdad, yo ni me atrevía a preguntar. Un día se me ocurrió hablarle de ello, agarró la escopeta, salió al porche y empezó a gritar: ¡el que quiera quitarme la casa que me quite primero la escopeta!”


Comentarios

Entradas populares de este blog

"No lo ha visto pero lo escuchó todo".

Esta frase es  un clásico de los accidentes de tráfico.   Se ha producido un atropello en el centro de Madrid. Parece que alguien no ha respetado un ceda al paso (¡qué raro! ), ha colisionado con otro alguien, haciendo que invadiera la acera y golpeara a dos viandantes.     Acaban de dar la noticia en la televisión.  El presentador conecta en directo con la reportera. La reportera nos muestra la acera en la que quedan restos del suceso. La reportera se acerca a la puerta de un estanco ubicado en la calle del siniestro. La reportera le enchufa la alcachofa a una señora que espera en la puerta del estanco. La reportera dice: “No ha visto el atropello pero lo escuchó todo”. Pues eso, un clásico.   “Escuché un golpe muy fuerte y miré”. Otro clásico.   O sea, que no ha visto nada. No conoce la dinámica del accidente. No la propongas como testigo. Cuando el juez oiga esta frase, se va a acordar de tus ancestros, y con razón.   “Sí, lo vi todo, rec

Carmen, Iber y Anuk.

Este post tan especial es parte de mi voluntariado en la Asociación Alhelí, de ayuda para la prevención del duelo patológico.  Se trata del testimonio de Carmen , una de sus dolientes, que compartió conmigo un trocito de su vida y de su paso por la asociación.  Iber, hijo único de Carmen, murió el 2 de marzo de 2020, 5 días antes de cumplir 28 años. Anuk , su hermano canino , murió tres meses más tarde.  Su nombre, “Iber”, es un fragmento de la palabra “libertad” que sus padres tomaron prestado cuando nació. Iber dibujaba, soñaba y diseñaba magistralmente: era todo arte, creatividad, ingenio, luz, empatía, corazón, sensibilidad, conciencia.  Fuente foto: https://asociacionalheli.org/ Carmen sabe que Iber presentía la pandemia, el confinamiento, la limitación de nuestra libertad. En sus sueños, él le ha explicado por qué se marchó tan pronto: “Mamá, tengo que estar aquí, llega mucha gente de golpe” . Iber los acoge, entre ellos, a su dulce peludo, Anuk; no consintió que se fuera ant

La leyenda de la casa creciente.

Dicen los más viejos del lugar que si el acta de replanteo y el fin de obra se firman en luna creciente , el inmueble resultante tendrá unos metrillos cuadrados más de los previstos en el proyecto de ejecución para el que se concedió la licencia de obras.  José María Cano estuvo a punto de hacer una canción inspirada en esta leyenda, pero después de pasar por algún ayuntamiento y dejarse los ojos en los papeles , desistió y escribió "Ay, qué pesado ".  No me extraña.    ¿Conocías esta leyenda?   Yo supe de ella gracias a una de mis primeras clientas británicas , Glyn.  Un buen día me llamó para decirme que el promotor le exigía noventa mil euros más de lo pactado por la vivienda porque ya no tenía 160 m2 (según señalaba el contrato privado) sino 190 m2 (según afirmaba el susodicho) .  El susodicho era un profesional de la promoción inmobiliaria tremendamente creativo e innovador , todo hay que decirlo. En algún momento de su recorrido artístico , respecto de otros cl