Y entonces vienen las risas.
Una de mis clientas, Trinidad, estuvo mucho tiempo riéndose cuando, tras el fallecimiento de su esposo (2004), se percató de las gravísimas consecuencias que tenía el hecho de que la parcela en la que habían construido (literalmente, con sudor y lágrimas) su preciosa casita de dos plantas y 300 m2, no figuraba a su nombre en el registro de la propiedad (lógicamente, la casa tampoco).
En la Dirección General del Catastro sí los conocían y, por ende, también en el Ayuntamiento, ¡qué
suerte, el IBI tiene una carta para ti! Claro, la realidad y el catastro coincidir, lo que se dice
coincidir, no del todo.
La risa llegó a su máximo al consultar el registro de la
propiedad y comprobar que la finca matriz de la que se había segregado la
propiedad de Trinidad y su fallecido marido carecía de superficie suficiente
para que dicha segregación operara registralmente.
¿Y cuál es la razón de que lo que acabo de contar (y fenómenos similares) sucediera con una frecuencia estupefaciente en determinadas zonas de Málaga?
Pues muy sencillo: durante décadas, Trinidad, su señor esposo y no pocos más, una vez el Sr./Sra. Notario/a autorizaba la escritura de segregación y compraventa en la que comparecían como compradores (1983 en su caso), retiraban la primera copia autorizada de la notaría y, con inmenso cuidado, la guardaban durante diez o veinte años en un cajón.
Lo de Blancanieves es una
siesta comparado con este sueño fatal e irreversible, por la siesta en sí y por otras cuestiones (no nos olvidamos de ese vendedor y titular registral que segregó y vendió más metros de la cuenta...)
- “Trinidad, cuénteme, ¿por qué razón no llevasteis la escritura al registro tras firmarla?” -lo de tampoco haber pagado los impuestos correspondientes, mejor se lo comento otro día-.
- “Pues hija, no sé, Sebastián se encargaba de esas cosas y, la verdad, yo ni me atrevía a preguntar. Un día se me ocurrió hablarle de ello, agarró la escopeta, salió al porche y empezó a gritar: ¡el que quiera quitarme la casa que me quite primero la escopeta!”
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